Un hecho cierto es que la Universidad
ha crecido más en recursos que en resultados. Tenemos un 30% de
abandono universitario frente al 16% de la media europea que
supone una pérdida de 2.960 millones de euros invertidos sin
retorno. Hay algo que estamos haciendo mal y, por tanto, son
necesarias medidas urgentes que permitan a las CCAA
(competentes en esta materia) cumplir los objetivos de déficit
del 1,5%. No hay que andarse con miramientos, son medidas y
ajustes necesarios para garantizar un sistema de calidad.
En cuanto a los precios públicos
de los servicios académicos de las universidades quedarán de la
siguiente manera:
- El coste de la primera matrícula cubrirá entre el 15% y el 25% del coste real del servicio en títulos de grado y Másteres habilitantes para el ejercicio de la profesión.
- La segunda matrícula cubrirá
entre el 30% y el 40% del total real del servicio.
- La tercera cubriría entre el
65% y el 75%.
- La cuarta entre el 90% y el
100%.
Respecto de los Másteres no
habilitantes para ejercer una profesión la primera matrícula
cubrirá entre el 20% y el 50% del coste total del servicio real, y
entre el 20% y el 75% a partir de la segunda.
Con estas medidas lo que se pretende
es reducir el alto e intolerable absentismo
universitario y la tasa de abandono, cuyo porcentaje es escandaloso,
así como motivar al alumno a una asistencia regular a clase. No
puede ser que sólo el 33% de los estudiantes univesitarios españoles
obtenga su título sin repetir curso, frente a la media de la OCDE y
de la UE que es del 38%. Más del 25% de los créditos matriculados
en universidades públicas corresponden a segundas, terceras y
sucesivas matrículas. Se prevé que el incremento de los precios
haga que estos porcentajes de éxito escolar se equiparen a los del
resto de países.
Todo ello vendrá acompañado de las
correspondientes subvenciones públicas y becas. No obstante,
a partir de ahora habrá que avanzar hacia un sistema más equitativo
en el que reciban ayudas quienes realmente lo necesitan y lo
demuestren objetivamente con resultados. El aumento indiscriminado de
las ayudas públicas que recibe todo alumno universitario, con
independencia de su rendimiento académico y su nivel de renta, no
propicia ni mejora la eficiencia interna ni favorece la equidad.
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