¿Es legítimo acosar a un diputado
hasta en un lugar tan privado como es su hogar? ¿Es aceptable
seguirles, coaccionarles y amenazarles con el fin de la votación de
una ley? Este tipo de prácticas, a día de hoy, llamadas escraches,
son las que se están llevando a cabo para obligar a los diputados a
que voten a favor de la ILP relativa a los desahucios promovida por
la PAH.
Esta Plataforma, liderada por Ada
Colau, es la que está promoviendo este tipo de acciones, la cual
consiste en atosigar y amedrentar a los diputados hasta en su casa, tal y como le ocurrió hace un par de días a Esteban González Pons en su domicilio de Valencia, en donde se encontraban sus hijos
menores de edad, al ministro Ruíz Gallardón o al líder del PP
Vasco, Antonio Basagoti entre otros miembros del PP. Un ejemplo más reciente ha sido quemar la puerta de la casa de un Alcalde del PP en Badajoz.
Otra de las peculiaridades de estos
escraches es que única y exclusivamente están dirigidos a los
diputados y miembros del Partido Popular, a quienes amenazan e insultan en
su domicilio, con sus familias y la utilización de vías no
democráticas como la violencia para imponer el criterio de la PAH.
El tema de los desahucios no es nada
nuevo, aunque ahora Ada Colau y los suyos se empeñen en lo contrario
mientras criminalizan al Partido Popular. Cabe recordar que ya en el
año 2008, el PSOE agilizó el procedimiento de los desahucios
creando nuevos juzgados para llevar a cabo esta tarea y además, en
ningún momento de la legislatura, hicieron nada por modificar la ley
y amparar a los afectados. En cambio, el PP a lo largo de este último
año ha lanzado una batería de medidas para paliar este problema y
garantizar a las familias desahuciadas un techo.
Ada Colau, la cabeza visible de este
movimiento, que tiene como abogada a Doris Benegas, en su día número 2 en las listas de batasuna, y además participe en homenajes a
algunos terroristas, pertenece a su vez a la ONG DESC, la cual ha
recibido a lo largo de estos años 3,7 millones de euros en subvenciones las cuales han ido destinadas a proyectos tan
variopintos como “promover el derecho de la alimentación en
Paraguay” pero a afectados por las hipotecas en España no.
En un país democrático no deberían
tener cabida estas acciones de los que intentan imponer sus ideas a través
de la coacción y la violencia. Estas formas similares a las de la
Kale Borroka no se deberían aceptar ya que hay otra vía para
modificar las leyes y es a través de las urnas y el Congreso o
Senado.
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