Consejos vendo que para mi no tengo.
Eso es lo que debe de pensar Rosa Díez, líder de Unión , Progreso
y Democracia (UPyD), al hablar de libertad y democracia más justa.
Es increíble que el “partido magenta” se permita dar lecciones
cuando desde su creación sus militantes han asistido atónitos a un
conjunto de irregularidades flagrantes con un denominador común: la
imposición desde arriba y la falta de democracia interna.
Alardean de ser el partido que se
presenta como la alternativa para la regeneración democrática. Por
activa y por pasiva se empeñan en desprestigiar a la clase política.
Una clase política, por cierto, de la que forman parte sus cargos
públicos, que cobran como el resto del erario público y se
aprovechan de sus privilegios. Por cierto, no olvidemos que Díez
lleva años viviendo a costa del presupuesto público.
Dicen defender los derechos de los
ciudadanos frente a una casta política que ha perdido el norte y no
se centra en las necesidades de los ciudadanos. Pero cómo tienen el
rostro de hablar de derechos cuando esta semana más de 150
exmilitantes de UPyD han hecho público un comunicado donde denuncian
el “fraude” de este partido que se ha convertido en instrumento
exclusivo de los intereses personales de su portavoz Magenta Díez,
digo perdón, Rosa Díez. Aquí está el problema de estos pequeños
partidos que tienden a idealizar la figura de un líder, de alguien
carismático, que acaban cayendo en el totalitarismo
Sus exmilitantes han denunciado que se
persigue al que discrepa y que se ha eliminado de raíz cualquier vía
de comunicación entre afiliados, con una líder y una dirección que
actúa de manera caudillista “imponiendo un férreo modelo de
organización interna”. El problema comenzó casi en los inicios
cuando se fundó la propia formación. La negativa de la celebración
de un Congreso fundacional provocaron ya entre la mayor parte de sus
afiliados problemas y tensiones de diversa índole, impidiendo la
consolidación del partido a nivel nacional.
Así que Señora Díez y compañía,
menos lecciones y dejen de mirar la paja en ojo ajeno, porque de su
seno interno sale un tufo caciquil que empieza a ser escandaloso. Por
cierto, señora del color magenta, le recomendamos que cuide a sus
bases, que son quienes engrandecen y forman un partido, o puede
quedarse más sola que la una.
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