Una
fiesta que debía ser de todos los catalanes y para todos los catalanes, ha sido
tristemente manipulada por el nacionalismo como mero escaparate para sus
reivindicaciones. Y lo hace a costa del uso y manipulación de instituciones al
servicio de todos los catalanes como son la televisión autonómica TV3, fuerzas
y cuerpos de seguridad autonómicos etc.
Ante
la espantada hacia delante que significa la actitud en el último año del
Presidente de la Generalitat, al nacionalismo catalán por lo que se le ve sólo
le queda el agitar de las banderas, cuanto más grandes mejor, y agitar pasiones
en un momento en el que debería imponerse la preocupación por el cómo salir de
la crisis y la gestión de los recursos que en Cataluña lejos de allanarse, se
hace más cuesta arriba pero que se trata de envolver en una enorme ‘estelada’
Artur
Mas, por mucho que quiera mostrarse ante sí mismo y los catalanes como un
‘LutherKing’, no deja de evidenciar su falta de compromiso institucional, su
falta de coherencia y sus tumbos en los mensajes. Tras un día anunciando que la
consulta independentista se retrasaría y convertiría en unas elecciones
plebiscitarias en 2016, al día siguiente, y por la coacción que implica su pacto con el radicalismo de ERC,
se desmentía y sentenciaba que habría consulta ‘si o sí’ en 2014.
No
nos dejemos llevar por el ruido, el agitar de las banderas y una cadena humana
que la Delegación de Gobierno en Cataluña ha rebajado en número de
participantes en gran cuantía. El nacionalismo sólo busca crear una división en
la sociedad catalana, donde la expresión “estás con nosotros o contra nosotros”
socava cualquier espíritu democrático y consensos básicos en democracia. No se
aspira ya a representar a la sociedad catalana, sino a una parte de la misma.
Creen tener a toda esta sociedad detrás, pero esa no es la realidad. La
realidad es que hay una gran parte de catalanes que no quieren vivir así, que
no están en la dinámica de enfrentamiento con España a la que les empuja su
Gobierno autonómico.
La
cadena humana de ayer en Cataluña, apoyada sólo por el radicalismo nacionalista
y desligada de aspiraciones dialogantes,
escenifica como argumentaba ayer la líder del Partido Popular en Cataluña
Alicia Sánchez Camacho ‘ la escenificación de la división' que necesita CiU
en sus aspiraciones rupturistas.
Y
tristes consecuencias indirectas de estas escenificaciones son por ejemplo, el
ataque perpetrado por radicales de ultraderecha ayer en el acto del Centro
catalán en Madrid durante la celebración de la Diada. El odio, la división y la
falta de tolerancia tan sólo llevan a eso mismo pero incrementado. Tan sólo con
espíritu de diálogo, como indicaba ayer la Vicepresidenta del Gobierno
Santamaría, desde la Ley, la Constitución y respeto por todos los españoles,
podremos llegar a acuerdos que de verdad aúnen a todos y no sólo nos lleven a
la división.
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