“Nadie
niega a Dios, sino aquel a quien no conviene que Dios exista” San
Agustín de Hipona filósofo y teólogo. Esta cita podría resumir la
relación que en los últimos dos años parece mantener el secretario
general del PSOE con Dios, un tira y afloja que solo él mismo puede
entender.
En
la precampaña electoral a las elecciones generales de 2011 parece
que nuestro protagonista se mofaba de las declaraciones hechas por
Rajoy, al afirmar éste que haría una “política económica como
Dios manda”. El entonces candidato a la presidencia del gobierno y
actual jefe de la oposición, no le dolió en prendas afirmar: “¡como
tengamos que esperar a que Dios mande algunas indicaciones
económicas, vamos listos!”
Un
año y seis meses separan estas declaraciones del acto celebrado el
pasado 15 de Diciembre de 2012, donde Rubalcaba se encomendaba a Dios
cuando le preguntaban si volvería a encabezar la lista para ser el
capitán del barco a la deriva del PSOE, de España con E, que parece
no salir a flote del debate de ideas y personas que mantienen en su
seno. Debate que amenaza en convertir a esta tripulación en un barco
fantasma de la democracia donde las espadas no conocen la acción de
enfundarse.
Afirma
a la pregunta realizada por los periodistas “Dios dirá” no
sabemos si esta contestación es motivo de la proximidad en estas
fechas de las Navidades y la llegada del Nacimiento del niño Jesús
o porque verdaderamente da todo por perdido y su única solución se
encuentra en lo divino y no en lo terrenal.
Quizás
esta otra frase de la celebre Santa Teresa de Jesús le sea más
acertada “No hay menester alas para ir a buscar a Dios, sino
ponerse en soledad y mirarle dentro de sí”. Soledad, esa es la
palabra, ese es el sentimiento y ese es el hecho de que ahora no
reniegue del Todopoderoso, solo, muy solo, tanto que ni votantes ni
barones apoyan su causa. Ve cerca el final.
Aquel
que un día se refugiaba bajo la frase del famoso protagonista de una
serie televisiva, Homer Simpson, “Dios es mi personaje de ficción
favorito” hoy nos deja atónitos con su llamamiento al orden
divino.
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