Pasados 4 meses de estériles conversaciones para intentar formar gobierno con los resultados de las elecciones del 20 de diciembre, ha quedado claro que las diferencias entre partidos va más allá de sus políticas. Y una de ellas, es la amenaza de la radicalidad. Algo que por desgracia ya vivimos en decenas de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Es real en España.
Hay una parte de la clase política instalada en ella, que busca aglutinar los máximos apoyos. Frente a esto, lo peor que le puede ocurrir a España sería peor apostar por ideologías, planteamientos y políticas que han sido derrotados por la pura realidad hace años. No lo olvidemos.
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